El nacimiento de Jesús ha representado para el mundo cristiano y no cristiano una nueva época; así lo indica el conteo del tiempo. Para el consumismo de la posmodernidad ha sido muy bien aprovechado, ya que, a través de los medios se le crea a la sociedad la necesidad de adquirir una serie de elementos alusivos a la navidad. Es así como, casi es una fiesta universal que proporciona más de un motivo de regocijo, empezando por reunir a las familias, especialmente aquellos que por diversos motivos se alejaron y justo en las fiestas navideñas se realizan planes para los reencuentros.
Para muchas culturas no se concibe la cena navideña sin el pavo tradicional; incluso para los vegetarianos; en muchas ocasiones, la cena se prepara con productos que aluden al famoso pavo, gracias a las casas productoras de alimentos libre de derivados de animal. Fue en la época precolombina que los vasallos de Moctezuma, emperador azteca, descubrieron este bípedo en estado salvaje y lo consideraron como un exquisito manjar de los dioses. En Estados Unidos de Norteamérica, en 1620 un grupo de colonos de origen inglés llegó a Massachussets y consumió el guajolote por algún tiempo; de ahí se adoptó la costumbre de comerlo en la celebración de Acción de Gracias; más tarde, se extendió el consumo de pavo por el resto del continente y en México.
Fortino Ibarra de Anda, (1939) escritor mexicano, citado en la Antología didáctica: El galano arte de Leer de la editorial Trillas, nos presenta estos datos interesantes. Además del pavo, conocido también como guajolote, cócono, o “melea gris mexicano”, hay otras importantes aportaciones, tales como la flor de Navidad o flor de Nochebuena. Esta bonita flor es originaria de México, aunque es de tierra caliente solo florece en invierno. Muy temprano, en su historia, los aztecas la reconocieron como una de tantas flores exóticas de ornato; más tarde los mestizos la usaron para engalanar los nacimientos. En Estados Unidos de Norteamérica se la conoce como “poinsseta” en honor al yanqui Joel Poinsset quien la clasificó y la dio a conocer al mundo.
El chocolate es uno de los grandes descubrimientos de México para el mundo. El ingrediente principal del chocolate, el cacao, fue descubierto en Mesoamérica, en la cultura olmeca, quienes lo usaron para prepararlo como bebida; los mayas lo usaron como moneda y después la cultura azteca. El chocolate llegó a Europa a través de España.
En los hogares más sencillos, se puede prescindir de todo lo antes citado, pero nunca de los cacahuates. Estos se usan para la comida formal y como golosina. Aunque se origina en Sudamérica, los españoles lo descubrieron en los mercados de los aztecas, de hecho, la palabra tiene su origen en la lengua náhuatl. Los españoles lo llevaron a Europa.
La parafina, se usa para la elaboración de velas que van conjugándose con la flor de Nochebuena en casi todos los adornos y tarjetas alusivas a la navidad. La parafina se extrae del petróleo y México fue pionero en darle este uso, de ahí pasó al mundo.
Lo interesante de la celebración, aunque no es la fecha precisa, sí es el marco oportuno para los adventistas, pues nos permite recordar la llegada del Mesías a esta tierra, de manera especial; también para proclamar estas grandes y maravillosas nuevas.
Nosotros, como educadores, ¿cómo podemos utilizar estas contribuciones para celebrar el nacimiento de Cristo en nuestras escuelas y llamar la atención sobre el maravilloso regalo que Dios nos hizo al enviar a su hijo a esta tierra para morir por nuestros pecados?