El valor de la diligencia

Juan y Fernando fueron los hijos menores de una familia numerosa dedicada a la agricultura. Cuando la familia recogía algunos productos del campo que necesitaban terminar de secarse para su comercialización, la calle se usaba para este fin. Durante el verano a Juan y Fernando se les asignaba esta tarea; ellos debían colocar unos costales de ixtle y sobre ellos ponían las semillas.

A respecto, la indicación de los padres era muy estricta: una vez que salía el sol debían extender el producto en cuestión, cuidar de que nadie lo estropeara y sobre todo, vigilar que en cuanto se observaran indicios de lluvia debían recoger las semillas y ponerlas en resguardo. Si el producto se mojaba se echaba a perder el trabajo de la mañana y retrasaba la venta o simplemente el consumo de la misma familia. Parecía una tarea sencilla, pero requería que Juan y Fernando fueran muy diligentes en el cumplimiento de su deber.

La diligencia, entre otros valores, nos recuerda una hermosa historia bíblica en Éxodo 1 y 2. En el hogar de Amrán y Jocabed ya tenían dos hijos: María y Aarón. La llegada de otro hijo con la sentencia de muerte; sin embargo, ellos no se resignaban a perderlo, por lo que trazaron un plan para salvar a su precioso niño. En ese plan, María tenía una participación discreta pero muy destacada que con diligencia cumplió al pie de la letra. Los ángeles también cuidaban a ese pequeño. Para este momento crucial, María reaccionó positivamente como consecuencia de la educación recibida.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua dice en una de sus entradas que, la diligencia se refiere a una persona que pone mucho interés, esmero, rapidez y eficacia en la realización de un trabajo o en el cumplimiento de una obligación o encargo. Y la Wikipedia describe de manera muy interesante este valor que bien se aplica a la actitud de María, la niña de la historia: La diligencia es la virtud cardinal con la que se combate la pereza. La palabra diligencia procede del latín ´diligere´ que significa cuidar. Forma parte de la virtud de la caridad ya que está motivada por el amor.

White, (2000) dice los siguiente: “(Los niños), con frecuencia comienzan un trabajo con entusiasmo, pero de pronto se confunden o se cansan de él y quieren cambiar y realizar alguna otra cosa nueva. Así pueden comenzar varias cosas, desanimarse y abandonarlas; y así pasan de una cosa a otra sin perfeccionar ninguna. Los padres no deberían permitirles que esa tendencia al cambio domine a sus hijos. No deberían recargarse con otras cosas de modo que no tengan tiempo para disciplinar y desarrollar con paciencia su mente. Unas pocas palabras de ánimo, o un poco de ayuda en el momento debido, puede ayudarles a superar sus dificultades y desánimos; y la satisfacción que obtendrán de ver que la tarea ha sido completada los estimulará a mayores realizaciones.”

“Nunca desestiméis la importancia de las cosas pequeñas. Las cosas pequeñas proporcionan la verdadera disciplina de la vida. Mediante ellas el alma es enseñada para que crezca a la semejanza de Cristo, o para que lleve la semejanza del maligno: Dios nos ayude a cultivar hábitos de pensar, de hablar, mirar, y actuar que testificarán delante de todos que hemos estado con Jesús y aprendido de él.” (Conducción del niño 118 y 120).

Dios bendiga a cada profesor en el proceso de formación de vidas con propósito para honra y gloria de su Nombre.

Author

Lorenzo Tello

Me formé en la Escuela Normal como profesor de Educación Primaria y la Licenciatura en Ciencias de la Educación con especialidad en Lengua y Literatura Española, ambas carreras en la Univerdidad de Montemorelos. Tengo estudios de posgrado en Lingüística Hispánica en la Universidad Nacional Autónoma de México. He enseñado en la escuela primaria, secundaria y preparatoria en varias escuelas de la organización de la Iglesia Adventista de Méxixo; así como, en el nivel universitario y en el posgrado en educación en la Universidad de Navojoa y de la Universidad de de Montemorelos. Cumplí funciones directivas en todos los niveles. Actualmente estoy entrando al plan de jubilación que la Iglesia tiene; trabajé 43 años por la gracias de Dios y mi última función fue la dirección de la Facultad de Educación de la Universidad de Montemorelos.

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