“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” Isaías 41:10.
A veces, las oportunidades más valiosas surgen de los desafíos más grandes. Durante mi tiempo en la universidad, me embarqué en la aventura del colportaje, siguiendo el llamado de “Tienes que vivirlo”. Aunque inicialmente me encontré en un lugar desconocido y desafiante como Playa del Carmen, aprendí a enfrentar mis miedos y prejuicios.
Recuerdo un día en particular, cuando nos aventuramos en un área que muchos consideraban peligrosa. A pesar de las advertencias, decidimos armarnos de valor y seguir adelante. Al final del día, enfrentamos el desafío de no tener suficiente dinero para regresar a nuestro alojamiento. Sin embargo, en ese momento de incertidumbre, la providencia divina intervino a través de una joven que se ofreció a llevarnos de regreso a la ciudad.
A pesar de la opción de regresar a descansar con el poco dinero que teníamos, decidimos seguir trabajando. Aunque enfrentamos más desafíos, incluida la falta de respuesta en las casas a las que fuimos a cobrar, no perdimos la esperanza. Finalmente, un encuentro inesperado con una pareja generosa nos recordó la verdad de Isaías 40:10: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”.
Estas experiencias me enseñaron que, a pesar de los obstáculos y las adversidades, siempre hay una luz que mana de Dios al final del túnel. Nos enseñó a confiar en nosotras mismas, a superar nuestros miedos y a encontrar la bondad en los demás, incluso en los lugares más inesperados. Todo, dirigido por Dios.
Por lo anterior recuerda: cuando te encuentres en una situación difícil, cada desafío es una oportunidad para crecer, aprender y encontrar el apoyo que necesitas, ya sea de las personas que te rodean, de ti mismo y aún más importante, de Dios.