“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia” Colosenses 3:12.
En muchas ocasiones, los gestos compasivos de los docentes fuera del aula tienen un impacto significativo en la vida de los alumnos. Esta es la historia de Eliseo, un joven universitario que experimentó cómo la compasión de un profesor dejó una huella imborrable en su vida.
Eliseo había crecido en un hogar adventista, donde siempre se le inculcó la importancia de ser un alumno aplicado. Desde la primaria hasta el bachillerato, la mayor parte del tiempo, había obtenido buenas calificaciones y formado parte del cuadro de honor; esto le hizo creer que era un “buen estudiante”.
Sin embargo, al ingresar a la universidad, Eliseo se enfrentó a nuevos desafíos. Se dio cuenta que en este nivel requería habilidades diferentes y encontró dificultades en algunas asignaturas, especialmente en una impartida por el profesor René. A pesar de sus esfuerzos, Eliseo luchaba por comprender los temas, lo que afectaba su desempeño en tareas y evaluaciones.
Un día, después de clase, Eliseo decidió hablar con el profesor René para compartirle lo que estaba pasando. El profesor lo atendió amablemente. Eliseo comenzó a expresarle lo difícil que se le hacía comprender ciertos conceptos de la materia. A medida que conversaban, siguió contándole más acerca de sus experiencias previas de aprendizaje y cómo ahora no lograba conseguir los mismos resultados.
Mientras el profesor lo escuchaba atentamente, Eliseo abrió su corazón y expresó sus sentimientos hasta que las lágrimas brotaron de sus ojos. El profesor respondió con compasión, sin juzgarlo ni mostrar desinterés. Le aseguró a Eliseo que creía en su capacidad para aprender y mejorar su rendimiento académico. Ahora Eliseo se sentía mejor, pero ninguno de los dos se había dado cuenta que ya se había hecho tarde. Así que el profesor René lo invitó a comer a su casa. Eliseo aceptó agradecido. Al llegar, fue recibido cálidamente por la esposa e hija del profesor. Durante la comida, compartieron experiencias y momentos de camaradería.
Aunque Eliseo tuvo que enfrentar un examen extraordinario al final del curso, nunca olvidó el gesto de su profesor. En su graduación, Eliseo lo invitó a estar presente en las fotografías del recuerdo, como una muestra de gratitud y admiración. Ahora, Eliseo busca imitar a su profesor y, siempre que tiene la oportunidad, anima a otros estudiantes para dar lo mejor de sí mismos. Él cree firmemente que todos tenemos la capacidad de alcanzar grandes logros para la gloria de Dios.
Esta historia nos muestra que los actos compasivos de los docentes pueden tener un impacto duradero en la vida de los alumnos. Sólo escuchar y mostrar empatía puede marcar la diferencia en su bienestar emocional, espiritual y académico. Los educadores tienen el poder de transformar vidas a través de la compasión genuina y el interés por el bienestar de sus estudiantes.