“Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia; reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas.” Proverbios 3:5-6.
Era una mañana cuando la joven estudiante de quinto semestre de bachillerato reflexionó seriamente sobre sus bajas calificaciones. Su vida no era del todo agradable, a pesar de llevarse bien y convivir con sus compañeros.
La joven no creía en las habilidades que Dios le había otorgado. Por ello, constantemente dudaba de poder alcanzar sus sueños de convertirse en ingeniera agrónoma, carrera que anhelaba estudiar.
Un día, se sentó frente al espejo con la mirada perdida en su reflejo. Durante algunos años, había luchado con sus inseguridades y pensamientos negativos. Lamentablemente, su familia le decía una y otra vez que no era lo suficientemente capaz para lograr sus metas, que no servía para nada.
En ese momento decisivo, algo cambió en su interior. Se prometió dejar de escuchar las voces negativas y se centraría en estudiar con determinación y creer en sí misma. Los comentarios negativos de las personas ya no les pondría atención.
Decidió comenzar a quererse, a dar lo mejor de sí en la escuela con firme decisión y perseverancia. Empezó a estudiar más tiempo, pedir ayuda cuando la necesitaba, y enfocarse en sus objetivos porque, en realidad, quería superarse.
Inició a confiar en ella misma. A medida que pasaban los meses, sus calificaciones comenzaron a mejorar y su autoestima se fortaleció. La chica se dio cuenta de que el único límite que tenía era el que ella misma se imponía.
Descubrió el enorme poder que hay cuando se cree en uno mismo y la importancia de rechazar el miedo y las propias dudas, así como los comentarios negativos de las personas.
Hoy, la joven está muy feliz. Lo que pensó que era imposible, alcanzar sus sueños, ya casi es una realidad. Aunada a su confianza en sí misma, empezó también a conocer quién era Dios. Le empezó a contar a Él lo que anhelaba. Le suplicaba que le diera sabiduría y ayuda para seguir el camino correcto. Fue receptiva a la voz de Dios y aceptó su voluntad.
Ahora ella afirma con total seguridad: cuando decides poner todos tus planes en las manos de Dios, mediante la fe en Él, todo es posible. Y a los jóvenes que tienen una historia parecida les dice: no importa lo que la gente diga o piense de ti, lo que importa es lo que Dios piense de ti.
Si sigues luchando con tus inseguridades y dudas, y sin importar cuántas veces hayas fallado, lo importante es seguir adelante y creer en ti mismo y en Dios para lograr los sueños de Él que a la vez son tus sueños.