“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos.” — Salmos 32:8
Desde muy joven, mi vida estuvo marcada por la fe cristiana. Sin embargo, no fue hasta llegar a la universidad que realmente comprendí lo que significaba vivir de acuerdo con los principios adventistas. Crecí en un hogar donde no solo se valoraba el conocimiento, sino también el desarrollo de valores fundamentales basados en el amor, la ética bíblica y el servicio a los demás. En mi familia aprendí que los principios cristianos no son solo cuestión de conocimientos, sino también de acción, de relación con Dios y con los demás.
Cuando salí de mi hogar y comencé mis estudios en la Universidad Linda Vista, experimenté un cambio profundo. En la universidad, se me enseñó a pensar de manera crítica y a reflexionar sobre mi vida y mis decisiones. Aprendí que la educación no se trata solo de adquirir conocimientos, sino también de desarrollar una visión del mundo que me ayude a tomar decisiones basadas en principios sólidos y en una fe firme.
Linda Vista me ofreció un espacio donde lo académico y lo espiritual se complementaron de manera única. Los profesores no solo se limitaban a impartir clases, sino que también se convirtieron en mentores, ayudándome a crecer en mi carrera, en mi vida personal y en mi vida espiritual. Gracias a este ambiente, pude avanzar en mis estudios, mi trabajo y mi fe, evitando el agotamiento y enfocándome en lo que realmente importa: la relación con Dios.
A lo largo de los años, este enfoque equilibrado me ha permitido llevar una vida saludable y plena, sin perder de vista lo más importante: la práctica constante de la oración y el estudio de la Biblia, los cuales me brindan la serenidad y la sabiduría necesarias para enfrentar los desafíos que la vida presenta. Cada decisión que tomé durante esa etapa estudiantil estuvo influenciada por mi fe en Dios, lo que me otorgó claridad y propósito en la vida.
Hoy, al mirar hacia atrás, veo cómo la educación adventista no solo moldeó mi carrera, sino que transformó mi carácter y mi manera de ver la vida. Los principios que aprendí en la universidad siguen guiando mi camino, dándole una dirección clara y firme. Considero que mi vida es un testimonio de cómo una educación basada en principios sólidos de fe puede impactar profundamente a una persona, dándole un propósito que va más allá de lo académico y lo profesional, trascendiendo hasta lo eterno.
Afianzados en la fe en Cristo, nuestro camino es seguro, y se puede cumplir la promesa de Dios en nuestras vidas:
“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos.” (Salmos 32:8).